Si reclamara todos los minutos, horas y días que sacrifique con preocupaciones y temores, agregaría años a mi vida. Cuando me preocupo demasiado, abro una caja de pandora, de cuadros terroríficos y voces paranoicas e implacable auto critica. Cuanta más atención presto a esta parálisis mental, mas pierdo mi contacto con la realidad y no puedo llevar a cabo nada útil.
Mis actitudes estaban basadas en el temor. Proyectaba todas mis dudas y sentimientos de falta de estima a la gente. Me colocaba en el papel de victíma (pobre de mí, cuanto sufro, estoy sola en la vida, nadie me quiere, nadie me comprende), actuaba impulsivamente en todo momento, debido a mi angustia, la mayoría de las veces mis reacciones se traducían en sentimiento de culpabilidad, culpaba a los demás para no sentir vergüenza
Para romper el ciclo de la preocupación y el temor, estoy aprendiendo a concentrar mi atención en este preciso momento, me alejo de los pensamientos destructivos y me concentro en mi hermoso entorno, el cielo, la tierra bajo mis pies, los árboles, los sonidos que me rodean, el ritmo de la vida diaria. Este pedacito de realidad me ayuda a rescatarme del ¿si yo hubiera? y del «debería de hacer», anclándome en el presente.
Vence tus temores, para que puedas trascender en la vida, miedo al qué dirán, al fracaso, al rechazo, al abandono, hablar en público, a la soledad, miedo al alcohólico, a la crítica, a la burla, a la muerte, a una enfermedad, al futuro, al ridículo, son tantos temores, que traigo arraigados desde la niñez, que no me permiten tener una autoestima sana, ni lograr lo que tanto anhelo que es la felicidad.
Alguien me compartió que, si algún día sentía temor de hacer algo, cerrara mis ojos e imaginara a Dios a mi lado, diciéndome con voz muy clara “Margarita no temas yo te acompaño” y esto me ayudo a saber que no estoy sola.
Parte de mi recuperación ha consistido en cambiar algunas viejas maneras de pensar, tenía la costumbre de evitar sentimientos y situaciones dolorosas para ir a lo seguro y no correr riesgos, mas sin embargo la vida nos presenta un riesgo tras otro, el dolor es inevitable así como tengo momentos de felicidad, también llega un duelo inesperado, una enfermedad y todo viene acompañado del temor, la tristeza, la angustia, todo en la vida es aprendizaje y procesos que tenemos que enfrentar y resolver.
Puedo aprender a responder con amor, cariño y respeto por mí misma, aun en aquellas partes de mi ser que sienten temor, confusión e ira. Hoy acepto el hecho de que, a pesar de no tener control sobre las reacciones y pensamientos de otros, puedo cambiar la manera en que yo reacciono.
La oración y la meditación son fuente de mi serenidad que me vuelven al presente, al acallar el ruido, soy más receptiva a la voluntad de Dios y de ese modo, más capaz de abrirme camino en tiempo difíciles.
«Ruego porque pueda elegir y decidir cruzar el puente de la fe. Pido porque cruzando este puente pueda recibir el poder espiritual que necesito»
Anónimo
Gracias margarita tu blog es el mejor por que tu eres un gran persona.
Muy buen tema asi es el temor es un paralizante y nos limita a crecer por concecuente alcanzar nuestra autorealizacion como personas.
Muchas gracias Valeria, me costó mucho trabajo vencer mis temores, si se puede, es un trabajo de día a día, cuando menos piensas lo logras 😜
El temor te detiene en el tiempo, y sin darte cuenta se convierte en una forma de vida. El temor es inseguridad y falta de fe. Hoy cuando temo de algo le pido a Dios y a través de la oración y meditación es ahí en donde encuentro la fuerza y sabiduría para vencer los miedos. Miedos Muchas veces infundados y creados en mi propia mente y como eso no tiene sentido los transformó en verdaderas cosas que valen la pena.
Esa es mi baby cuánto crecimiento, que barbara estoy muy orgullosa de ti, te amo